
No intento parecer nada que no soy,
soy real, hasta el punto de la sin razón
soy mordaz, con un disfraz de camaleón
vale recalcar, que no vengo con mala intención.
Unas cuerdas sujetan mi caminar
empalidecen mi frío andar,
luces de colores detienen la inspiración
que nace del más profundo dolor.
Aún no encuentro,
¿quién soy?
¿para qué estoy?
Pero si entiendo que no tengo valor.
Sellaste con candado el corte de la unión
No se abrirá más a mi fragancia y hedor.
Sólo tu sabrás quien merecerá
abrir nuevamente esa reja oxidada
por la humareda de tu imaginación.
Adiós, adiós . . . adiós y adiós . . .
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