
Que bah!!!
Decía mi voz sin parar
Que bah!!!
Parloteaba en la jaula sin pensar
Que bah!!!
Como me iban a enjuiciar
Arribó, sin timbres, sin campanas
asustada revoloteé en mi jaula
asustada dejé que me llevarás
pero, el cálido calor que replegabas
ayudaba a mi plumas congeladas.
Jugamos como niños en el campo
las flores sonreían al ver tu encanto,
más no vieron las espinas que arrojabas;
y sin darte cuenta, hasta heriste mis alas.
No quiero hacerte daño, sollozabas
pero tu espina se clavó en mi coraza;
atravesó los gigantescos surcos del camino
y terminó atravesándome el alma.
No lloraste, pero si juzgaste,
¿cómo un ave vuela con mis espinas
sin lastimarse?
Es probable que así esté feliz
durmiendo el eterno cantar del amanecer final.
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